miércoles, 29 de enero de 2014

TRANSITO AMAGUAÑA LA HEROÍNA DEL PUEBLO INDIGENA.



Rosa Elena Tránsito Amaguaña nació en la hacienda Pisambillo cercana a Cayambe, provincia de Imbabura, en 1911, cuando los guasipungueros recibían como paga un quintal de papas al año y eran considerados poco menos que animales, fue una activista indigenista ecuatoriana y una de las referentes del feminismo en su país de principios del siglo XX. Tránsito acudió a una escuela rural en donde aprendió a leer y escribir. Trabajó sus primeros años como doméstica, cargando leña y llevando almuerzos a los mayordomos de la hacienda.
En 1931 participó en el primer levantamiento indígena en la hacienda Pisambillo con Juan Algamucho, Florencio Cacuamba, Segundo Lechón, Víctor Carfan, Ignacio María Alba y Mercedes Cachipuenga.
En 1936, los indígenas lograron que el Código de trabajo, al igual que la Ley de comunas de 1937, una serie de normas para reglamentar el trabajo agrícola, las relaciones entre peones y patrones y la defensa de las tierras comunales. Este logro permitió que se prestara más atención a la causa indígena y a sus organizaciones.
En 1944, el movimiento indígena respaldó a José María Velasco Ibarra, quien, ya en la presidencia, reconoció oficialmente las organizaciones indígenas campesinas, como la Federación de Indígenas del Ecuador.
Por iniciativa propia y sin apoyo del gobierno, en 1945 inicio las escuelas campesinas, fundando, en el area de Cayambe, cuatro escuelas bilinges (quichua-español).
En 1946 fundó la Federación Ecuatoriana de Indios, junto a otros líderes campesinos.
En los años 1950 impulsó la fundación de escuelas bilingües, en español y quechua. Vinculada al Partido Comunista, luchando por implantar un sistema cooperativista en el campo.
En 1954, Tránsito Amaguaña apoyó la organización de los campesinos de la costa, que fundaron la Federación Ecuatoriana de Trabajadores Agrícolas del Litoral.
Su capacidad de liderazgo la llevó en 1962 a representar a los indígenas del Ecuador en la Unión Soviética y en Cuba. A su regreso fue arrestada bajo la acusación de haber traído armas soviéticas y dinero. Después de ser liberada, fue llevada al Ministerio de Gobierno para firmar un documento en el que se comprometía a abandonar su activismo; ella rechazó la proposición y continuó consagrando todas sus fuerzas a hacer realidad las reivindicaciones de los indígenas.
Desde el 63 ayudó con la Reforma Agraria en el resto del Ecuador y su figura fue ampliamente conocida, no solo por su dirigencia pasada sino también por sus trabajos en pro de una Patria, sin distinción de clases, razas o religión.
La Municipalidad de Quito le otorgó la condecoración Manuela Espejo por sus años de labor como líder. En 1988, el gobierno le concedió una pensión, con la que se retiró a Pesillo a sembrar sus tierras.
Ella fue la dirigente de 26 movilizaciones a Quito por la reivindicacion de los derechos para los indigenas y una de las fundadoras, en 1994, de la Federacion Ecuatoriana de Indios, entre otras organizaciones para que los campesinos fueran valorados como seres humanos y ya no como simples entes destinados al trabajo.
En l996 la Conaie la candidatizó para el premio internacional Bob Pierce y obtuvo el tercer puesto en el mundo, como reconocimiento a su lucha por el desarrollo del pueblo indígena.
Ganadora del Premio Manuela Espejo de Quito en 1997 y del Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo en 2003, su vida constituye un testimonio ejemplar de la labor de los movimientos indígenas campesinos en el Ecuador.
Entre las causas de su lucha se cuentan los constantes enfrentamientos que tuvo con la oligarquía agraria. También luchó por la recuperación de las tierras, por la educación intercultural bilingüe, por recuperar la dignidad y rebeldía del movimiento indígena. Amaguaña, fue varias veces encarcelada por los gobiernos acusada de guerrillera, solo por reclamar los derechos para sus comunidades.

¡Somos indios, carajo! ¡Somos indias que no tenemos qué dar de comer a nuestros guaguas!… No somos animales de carga, somos mujeres y hombres… No nos queda nada, sólo tierra en las uñas… ¡Tierra de las chacras que nos han robado!

“Me afilié al partido Comunista por pobreza, por maltrato, porque había que cambiar las cosas. Yo era cabecilla…. Yo era viva, movilizaba a la gente… hablando les hacía ver que éramos una lástima. Después de tanto luchar, tanto lidiar, hice llorar al mismo Gobierno…”

“Yo he viajado, he caminado por todos los lugares, pero jamás he negociado con la sangre de mis hermanos”.

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